jueves, 8 de marzo de 2012

Ramón Sampedro




Mar adentro, 
mar adentro,
y en la ingravidez del fondo
donde se cumplen los sueños,
se juntan dos voluntades para cumplir un deseo.
Un beso enciende la vida
con un relámpago y un trueno.
Y en una metamorfosis
mi cuerpo ya no es mi cuerpo;
es como penetrar al centro del universo.
El abrazo más pueril
y el más puro de los besos,
hasta vernos reducidos
en un único deseo.
Tu mirada y mi mirada
como un eco repitiendo, sin palabras,
más adentro,
más adentro...
Hasta más allá del todo
por la sangre y por los huesos.
Pero me despierto siempre
y siempre quiero estar muerto,
para seguir con mi boca
enredada en tus cabellos.


(Mar adentro)

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