lunes, 18 de junio de 2012

Federico García Lorca



Tengo miedo a perder la maravilla 
de tus ojos de estatua, y el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.


Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas; y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.


Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,


no me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río 
con hojas de mi otoño enajenado.


(Soneto de la dulce queja)

martes, 12 de junio de 2012

Xavier Villaurrutia




Amarte con un fuego duro y frío.
Amarte sin palabras, sin pausas ni silencios.


Amarte sólo cada vez que quieras,
y sólo con la muda presencia de mis actos.


Amarte a flor de boca y mientras la mentira
no se distinga en ti de la ternura.


Amarte cuando finges toda la indiferencia
que tu abandono niega, que funde tu calor.


Amarte cada vez que tu piel y tu boca
busquen mi piel dormida y mi boca despierta.


Amarte por la soledad, si en ella me dejas.
Amarte por la ira en que mi razón enciendes.


Y, más que por el goce y el delirio,
amarte por la angustia y por la duda.

martes, 5 de junio de 2012

Amalia Iglesias



"Tengo una atmósfera propia en tu aliento.
La fabulosa seguridad de tu mirada con sus constelaciones íntimas".
(Vicente Huidobro)

Cuando te pienso se desatan atractores extraños,
mi cuerpo se desplaza,
se hace trizas en todas direcciones para encontrarte.
Y así vuelvo a nacer cuando te abrazo.
En el microclima de tu piel
mis briznas se conjugan con verbos desconocidos,
se recomponen
lejos de las palabras párvulas y huérfanas.


Así vuelvo a nacer
con los poros imantados de ti.
Tu piel tira de ellos en la distancia.
Hundo mis pies en tu océano,
me abandono a la química de las pasiones,
y a un solo movimiento tuyo
se ordenan mis hormonas, mis células, mis glándulas,
en el concierto del deseo sin ataduras
ni sintaxis.

Y creo más en ti
que el silencio sobrecogido de las catedrales.
Contigo sobrepaso el umbral de todas las incertidumbres,
en ti el cobijo, el dintel,
mi bóveda, mi ménsula, mi arquitrabe gozoso,
me edificas, me construyes, me sostienes.

El metropolitano ruge debajo de mi casa
como un dragón de horario estremecido
y yo me protejo en la fortaleza de tus extremidades,
vadeo un río toda la noche para buscar el refugio de tu origen.

Tú mi atmósfera, mi espacio abierto
para entrar y salir sin centinela.
Traes un aire nuevo entre tus labios
y ya no sé respirar fuera de ti.
Cuando tú no estás
el cielo detiene sus hélices de plomo,
se enrarecen las palabras
y no saben decirte.


"Imán de ti" de "La sed del río"