lunes, 16 de abril de 2012

El Imán



Había una vez un imán y en el vecindario vivían unas limaduras de acero. Un día, a dos limaduras se les ocurrió bruscamente visitar al imán y empezaron a hablar de lo agradable que sería esta visita. Otras limaduras cercanas sorprendieron la conversación y las embargó el mismo deseo. Se agregaron otras y al fin todas las limaduras empezaron a discutir el asunto y gradualmente el vago deseo se transformó en impulso.
¿Por qué no ir hoy?, dijeron algunas, pero otras opinaron que sería mejor esperar hasta el día siguiente.
Mientras tanto, sin advertirlo, habían ido acercándose al imán, que estaba muy tranquilo, como si no se diera cuenta de nada.
Así prosiguieron discutiendo, siempre acercándose al imán, y cuanto más hablaban, más fuerte era el impulso, hasta que las más impacientes declararon que irían ese mismo día, hicieran lo que hicieran las otras. Se oyó decir a algunas que su deber era visitar al imán y que hacía ya tiempo que le debían esa visita.
Mientras hablaban, seguían inconscientemente acercándose.
Al fin prevalecieron las impacientes, y en un impulso irresistible la comunidad entera gritó:
- ¡Inútil esperar, iremos hoy! ¡Iremos ahora, iremos en el acto!


La masa unánime se precipitó y quedó pegada al imán por todos lados. El imán sonrió, porque las limaduras de acero estaban convencidas de que su visita era voluntaria...


(Oscar Wilde)


Pablo Neruda



Hemos perdido aún este crepúsculo.
Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas
mientras la noche azul
caía sobre el mundo.


He visto desde mi ventana
la fiesta del poniente
en los cerros lejanos.


A veces como una moneda
se encendía un pedazo de sol
entre mis manos.


Yo te recordaba
con el alma apretada
de esa tristeza que tú me conoces.


Entonces, ¿dónde estabas?
¿Entre qué gentes?
¿Diciendo qué palabras?
¿Por qué se me vendrá 
todo el amor de golpe
cuando me siento triste,
y te siento lejana?


Cayó el libro que siempre se toma
en el crepúsculo,
y como un perro herido
rodó a mis pies mi capa.


Siempre, siempre te alejas
en las tardes
hacia donde el crepúsculo corre
borrando estatuas.


(Poema 10)